Pues ya sólo con ver la torta de pan, obligatoriamente es mi deber y un placer, hablarles de mi abuelita. Una de las mujeres más maravillosas de mi vida y a la que siempre recuerdo con respeto y cariño.
Creo que lo mencioné anteriormente, pero por si acaso. Les recuerdo que vengo de una familia muy grande. Mi abuelita tuvo 12 niños. Las familias han cambiado, y se han ido reduciendo con el pasar del tiempo… Siempre me da causa mucha curiosidad pensar en cómo harían las mamás de esas épocas. Para cuidarlos, vestirlos, llevarlos al doctor, a la escuela, cómo les alcanzaba para comprar cosas básicas de la casa, lo que necesita todo niño y aparte, darles a todos de comer? Mi abuelito trabajó siempre, así que quien se encargaba de todos los asuntos domésticos era mi abuelita Isabel. Una mujer pequeña en estatura, pero fuerte y con un corazón muy grande. Y también, tenía su temperamento.
A veces quiero creer, que los niños de ese tiempo se debían portar muy bien, eran tranquilos, organizados y no le daban ningún dolor de cabeza a sus padres. Porque de otra manera, no le veo explicación. Uno no puede descuidar a un niño un segundo, cualquier cosa puede pasar…
Aunque en realidad, según las historias que cuentan de la familia, mis tíos no eran muy santos que digamos. Hacían muchas pilatunas y mis abuelitos ni cuenta se daban. No tenían tiempo, ni ojos en todas partes para cuidarlos a todos y a cada uno. Pero todos sin excepción, se criaron perfectamente.
Estudiaron, trabajaron, hicieron sus vidas, tuvieron sus propios niños. La comida, nunca les faltó, para todos había y hasta sobraba. Y me consta, pues en la casa de mis abuelitos, siempre había ollas llenas de comida. Ya no eran los 12 niños, la familia se fue agrandando y al igual que el milagro de la multiplicación de los peces, la comida también.
No se desperdiciaba nada! Si sobraba comida, se guardaba para el otro día, para preparar un buen calentado! Particularmente yo recuerdo, que siempre tenían el congelador lleno de helados! Los jugos de todos tipos de fruta que sobraban del almuerzo, o el chocolate que sobraba del desayuno, se convertían en refrescantes heladitos de cubeta. Y por supuesto, los panes duros se tenían que gastar en algo, botarlos, ni de riesgos!
Recuerdo bolsas llenas de pan sobre la nevera. Ella mezclaba los panes con leche para ablandarlos, huevos, harina y no se que más, y el resultado, era la torta más deliciosa! Además, cabe anotar que las cantidades de ingredientes eran “al ojo”, o sea que se cocinaba instintivamente. Si estaba aguada la mezcla, se le ponía más harina y se ajustaba el azúcar probando con el dedo… Lo que regularmente tenemos hoy en nuestras cocinas, llámense medidores, ayudantes de cocina y máquinas para una cosa o para la otra, nada de eso existía. Las únicas herramientas eran sus manos.
A preparar esta deliciosa torta de pan, a volver el tiempo atrás. A recordar y a llenar el corazón y el alma… Y el aroma de la torta de pan saliendo del horno, me recuerda, que tengo que preparar un buen café para acompañar esta delicia. Y tu qué estás esperando, para darle un buen mordisco?
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- 1 pan baguette viejo y duro
- 1 litro leche
- 4 huevos
- 100 gramos mantequilla
- 3/4 taza azúcar
- 1 lata leche condensada 14 oz. ó 397g.
- 1 cdta extracto de vainilla
- uvas pasas al gusto
- 2 cdtas polvo para hornear
- 1/2 cdta bicarbonato de sodio
- 1/2 cdta sal
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Ingredientes
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Cortar el pan en pedazos pequeños.
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En un bowl se pone a remojar el pan con la leche y se va desmenuzando y mezclando con la mano.
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Dejar en reposo esta mezcla por 30 minutos hasta que ablande el pan. Revolver de vez en cuando.
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Precalentar el horno a 300°F
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Añadir el resto de los ingredientes a la mezcla de manera que todo quede bien incorporado.
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Enmantequillar y enharinar muy bien una refractaria de vidrio.
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Verter la mezcla en la refractaria y llevar al horno por 2 horas o hasta que al introducir un cuchillo, salga limpio.
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Sacar la refractaria del horno y dejar enfriar por 1 hora antes de cortar.
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Se puede guardar en la nevera por algunos días, en un recipiente con tapa o en bolsa plástica bien sellada. Consumir a temperatura ambiente.